Ribeiras y valles de Santo Antão

Descansamos como niños pequeños en Ribeira Grande, pues el día anterior habíamos acordado con el conductor de Jéssica y Andrés una ruta por algunos de los caminos del nor-este de la isla. Nos propuso salir temprano en la mañana para que nos diese tiempo a hacer de todo. Y así fue. Después de desayunar en Ribeira Grande, donde hice las fotos de arriba, salimos hacia el interior de la isla a lo largo de la Ribeira de Torre, una carretera que serpentea por dentro de un cañón verde entre montañas escarpadas. A sus orillas hay plantaciones de banano, papaya, caña de azúcar y otros tantos productos típicos de estos climas. La gente cría patos, cerdos, cabras y vacas, y varios

De Mindelo a Santo Antão

Aterrizamos en Mindelo, Isla de São Vicente, sin mayor inconveniente, nos dirigimos al hotel, circulando por la avenida que transcurre a lo largo de la Bahía do Porto Grande, disfrutando de las preciosas vistas hacia la inmensa isla de Santo Antão, situada justo en frente. Desde la ventana de nuestro hotel, el mural de Cesária Évora tallado por Vhils nos contemplaba e hipnotizaba de manera deslumbrante. Nos sorprendió la ciudad de Mindelo, por los coloridos de sus casas coloniales y la buena conservación en general que tiene el centro histórico. Aunque es pequeño, las callejuelas son muy agradables, y los barcos anclados en el puerto, con las montañas de Santo Antão de fondo, le dan un toque idílico a la

Fogo de color verde

Empezábamos el que pensábamos que sería nuestro último día en la isla, pues al día siguiente volábamos hasta Mindelo, Isla de São Vicente. En la ciudad de São Filipe no paró de perseguirnos desde que llegamos un guía llamado Claudio, que estaba desesperado buscando a alguien a quien pasear, pues con la pandemia, no ha tenido turistas en muchos meses. Aunque nuestro plan inicial era quedarnos en la ciudad paseando y descansando, al final decidimos irnos con Claudio, a pesar de que estuviese lloviendo a ratos. Es triste ver cómo gente honrada intenta hacer su trabajo y no puede, por lo que esta acción le ayudó a él, pero nosotros acabamos conociendo unos lugares fantásticos gracias a sus recomendaciones. Nos

Chã das Caldeiras: Sobrevivir dentro de un volcán activo

El tercer día en la Isla de Fogo subimos hasta Chã das Caldeiras, dentro del Parque Natural do Fogo, la zona más alta de la isla, donde unos cuantos habitantes resisten dentro de la caldera de un volcán activo. Por el camino, uno va atravesando pequeños pueblos hasta llegar a la entrada del parque. Es notorio cómo según uno se va aproximando a Chã, los colores de las pieles se van aclarando a la par que lo hacen los ojos de las personas. Estos colores de piel claros y los ojos azules y verdes tienen una explicación. En 1870, un conde francés llamado Louis Armand de Montrond, dejó Francia por motivos no del todo conocidos; se habla de deudas, un

Llueve en el archipiélago

En 2020 hemos vivido las vacaciones más raras de nuestra vida. Hemos sido afortunados por una serie de razones que detallaré más adelante, pero también hemos sufrido las consecuencias de la pandemia. En septiembre vinieron mis padres para conocer Cabo Verde. A pesar de las restricciones aéreas que prohibían la entrada por turismo a cualquiera no residente, quedó una ventana excepcional: las reuniones familiares. Alegando este motivo, pudimos juntarnos todos en Praia y desde aquí conocer algunas de las islas de este bonito archipiélago. Test de anticuerpos mediante, pensábamos visitar Maio durante el primer fin de semana, y viajar el lunes a la isla de Fogo, recién declarada Reserva de la Biosfera. Sin embargo, comenzó a levantarse un viento fuerte

Madison, Wisconsin

El viaje estaba llegando a su fin, los inmensos bosques y las caminatas por senderos y cascadas quedaban atrás. Nos quedaban apenas un par de destinos antes de llegar a Chicago de nuevo y regresar a la cotidianidad de nuestras vidas. Sin embargo, la experiencia de haber rodeado los grandes lagos y conocido estos lugares tan únicos, se quedaría en nuestros recuerdos para siempre. Esa mañana fue una de las más largas y aburridas desde que inició el viaje, pues recorrimos aproximadamente 500 Km por unas carreteras, que en muchas ocasiones eran una línea recta infinita sin ningún vehículo en los alrededores. Si a esto le sumas que no hay que cambiar de marchas por tratarse de un vehículo automático

Porcupine Mountains

Después de desayunar, salimos con el coche paralelos a la orilla del lago Superior, recorriendo la Upper Peninsula de Este a Oeste, hasta adentrarnos en el Parque Estatal Porcupine Mountains, también conocidas popularmente como las “Porkies”. Se llaman así, porque tradicionalmente, los pueblos originarios de esta zona, describían la silueta del complejo montañoso como la de un puercoespín agazapado; aunque nosotros no lo vimos. Estos bosques son muy característicos por el estado salvaje en el que se encuentran y la cantidad de fauna que en ellos habita. En todas partes hay señales de precaución ante los osos negros y sobre cómo se debe actuar en caso de encontrarlos. Llegamos directamente hasta uno de los miradores en lo alto del parque,

Pictured Rocks National Lakeshore

Después de una relajada noche en nuestra cabaña salimos a la calle para realizar un par de rutas de senderismo. Toda esta zona es conocida por ser tierra de osos y muy biodiversa. Un recorte de periódico colocado en la recepción de las cabañas muestra un alce paseando frente a las cabañas. Siempre es bonito emocionarse pensando que vas a poder ver algún animal de este tipo en tu viaje… Llegamos hasta el parking a orillas del río Chapel, y justo detrás de nosotros llegó un autobús lleno de runners. Si el turismo de grupos ya es desesperante, imagínate si además de ir en grupos grandes, van corriendo. Aprovechamos que hicieron una fila interminable en el cuarto de baño para

Upper Peninsula, Michigan

Parece que en esta parte del mundo todos los hoteles, campings, cabañas y refugios están construidos a la orilla de un lago. En esta ocasión, nuestras cabañas estaban ubicadas junto al Halfway Lake, por lo que el nombre de estas era homónimo al del lago. La Upper Peninsula es un pedazo de Michigan que queda situado entre el lago Michigan y el lago Superior. La noche anterior habíamos llegado desde Canadá y por el camino fuimos encontrándonos muchas casas con los típicos cartelitos (típicos porque salen en las películas) de apoyo electoral clavados en el jardín. La gran mayoría en esta zona mostraba orgullosamente su devoción por Donald Trump. Algunos hasta tenían una réplica hecha en cartón del presidente a

Acantilados y pantanos

Después de dos fantásticos días a orillas del Silver Lake, emprendimos viaje hacia Estados Unidos de nuevo, teníamos por delante prácticamente todo un día de conducción, pero nos habíamos dejado en el camino (a causa de la lluvia de hacía dos días), el sendero de Cup & Saucer, que llega hasta el punto más alto de la isla. Salimos temprano en la mañana y los pequeños venados nos observaban fijamente para después salir espantados con prodigiosas carreras saltarinas. Un poco confundidos y de manera improvisada llegamos hasta la Reserva Provincial de Misery Bay, donde no había ni un alma y el centro de interpretación estaba cerrado. Nos pusimos a caminar por un sendero circular que discurría por un bosque algo

Manitoulin Island, territorio ancestral

Esa mañana madrugamos para alcanzar el ferry que nos permitiría atravesar el pequeño estrecho sobre el lago Huron. Este ferry, conocido como Chi Cheemaun Ferry, conecta los pueblos de Tobermory y South Baymouth. Los horarios son un poco extraños, y el primero es muy pronto y el segundo muy tarde, por lo que optamos por el primero, a las 7:00 de la mañana. No obstante, si vas con vehículo, hay que estar una hora antes en el puerto. Nos despertamos muy pronto, con más frío del habitual, y aunque aún no había salido el sol, se intuían unas nubes negras cubriendo el cielo. Comenzamos a desmontar nuestra tienda de campaña, y cuando estábamos por concluir, comenzaron a caer pequeñas gotas.

Bruce Peninsula

Amanecimos en Elora Gorge, recogimos la tienda y nos dirigimos hacia la Península de Bruce, un pico de tierra que se adentra en el lago Huron. Parece que este es un lugar vacacional de los canadienses, donde, con mucho tiempo de antelación (más de 4 meses), ya estaba todo reservado para acampar; y los hoteles, a unos precios inaccesibles. Además, las reservas te piden un mínimo de dos noches seguidas, por lo que unos meses antes habíamos buscado por internet y encontrado un lugar en el que (rogando) nos permitieron acampar durante una única noche. Este lugar llamado “Millers Family Camp”, que en nuestro imaginario era un pequeño camping liderado por la entrañable familia Miller, resultó ser un camping enorme

Inner Ontario

Despertamos en Toronto, y no sé por qué tomamos la decisión de ir a visitar por la mañana el barrio chino de la ciudad. Sin embargo, hacia allá nos dirigimos, en un transporte público excesivamente caro para nuestro bolsillo, y donde nos topamos con unos conductores de autobús muy desagradables. Creo que es lo único desagradable que nos encontramos en Canadá, pues la gente, en general, fue amable a más no poder. El barrio chino parecía desierto por la mañana, y nos costó encontrar un lugar donde desayunar, pero caminando y caminando, acabamos en unas callejuelas pintadas con graffittis donde finalmente pudimos desayunar en un concurrido bar de modernos. Después paseamos por las callejuelas de Kensington Market, que se trata

Toronto, el atardecer eterno

Llegamos al hotel justo a la hora del check-in, lanzamos las maletas a la habitación y salimos con ansia para conocer esta bonita ciudad. Caminamos primero en busca de un transporte público que nos acercase al centro, sin embargo, no lo logramos, pues las rutas, desde donde estaba el hotel, daban unas vueltas medio raras y acabamos por llegar caminando hasta el mercado de St. Lawrence, hecho en ladrillo y con mil y una delicias alimenticias en su interior. Era la hora de comer, y pasear cerca de estos puestos nos abrió el apetito, el cual saciamos inmediatamente en unos banquitos de madera que tiene en un lateral. Seguimos caminando para tratar de cumplir con nuestros objetivos, y llegamos hasta

Las cataratas del Niágara

Nos despertamos en el hotel del que hablaba en la entrada anterior. El hombre que nos atendió, un señor de (aparentemente) nacionalidad china que chapurrea un poco de inglés y te cobra con un aparato de ciencia ficción que conecta al móvil para pasar la tarjeta nos explicó que el desayuno era libre (o eso quisimos entender). En la cocina descubrimos que había un sinfín de cosas, desde gofres congelados hasta bollería de todo tipo, pasando por tostadas, cereales, zumos y frutas. Este día Vero descubrió una cosa llamada Aunt Jemima, un sirope muy dulce que se echa en los gofres, y todos nos quedamos impresionados con su capacidad de llenar cada cuadradito de este, con sirope, hasta casi rebosar;