Bruce Peninsula

Amanecimos en Elora Gorge, recogimos la tienda y nos dirigimos hacia la Península de Bruce, un pico de tierra que se adentra en el lago Huron. Parece que este es un lugar vacacional de los canadienses, donde, con mucho tiempo de antelación (más de 4 meses), ya estaba todo reservado para acampar; y los hoteles, a unos precios inaccesibles. Además, las reservas te piden un mínimo de dos noches seguidas, por lo que unos meses antes habíamos buscado por internet y encontrado un lugar en el que (rogando) nos permitieron acampar durante una única noche. Este lugar llamado “Millers Family Camp”, que en nuestro imaginario era un pequeño camping liderado por la entrañable familia Miller, resultó ser un camping enorme

Inner Ontario

Despertamos en Toronto, y no sé por qué tomamos la decisión de ir a visitar por la mañana el barrio chino de la ciudad. Sin embargo, hacia allá nos dirigimos, en un transporte público excesivamente caro para nuestro bolsillo, y donde nos topamos con unos conductores de autobús muy desagradables. Creo que es lo único desagradable que nos encontramos en Canadá, pues la gente, en general, fue amable a más no poder. El barrio chino parecía desierto por la mañana, y nos costó encontrar un lugar donde desayunar, pero caminando y caminando, acabamos en unas callejuelas pintadas con graffittis donde finalmente pudimos desayunar en un concurrido bar de modernos. Después paseamos por las callejuelas de Kensington Market, que se trata

Toronto, el atardecer eterno

Llegamos al hotel justo a la hora del check-in, lanzamos las maletas a la habitación y salimos con ansia para conocer esta bonita ciudad. Caminamos primero en busca de un transporte público que nos acercase al centro, sin embargo, no lo logramos, pues las rutas, desde donde estaba el hotel, daban unas vueltas medio raras y acabamos por llegar caminando hasta el mercado de St. Lawrence, hecho en ladrillo y con mil y una delicias alimenticias en su interior. Era la hora de comer, y pasear cerca de estos puestos nos abrió el apetito, el cual saciamos inmediatamente en unos banquitos de madera que tiene en un lateral. Seguimos caminando para tratar de cumplir con nuestros objetivos, y llegamos hasta

Las cataratas del Niágara

Nos despertamos en el hotel del que hablaba en la entrada anterior. El hombre que nos atendió, un señor de (aparentemente) nacionalidad china que chapurrea un poco de inglés y te cobra con un aparato de ciencia ficción que conecta al móvil para pasar la tarjeta nos explicó que el desayuno era libre (o eso quisimos entender). En la cocina descubrimos que había un sinfín de cosas, desde gofres congelados hasta bollería de todo tipo, pasando por tostadas, cereales, zumos y frutas. Este día Vero descubrió una cosa llamada Aunt Jemima, un sirope muy dulce que se echa en los gofres, y todos nos quedamos impresionados con su capacidad de llenar cada cuadradito de este, con sirope, hasta casi rebosar;

Casinos y ferias en Niagara Falls

Por la tarde, después de abandonar Detroit y pasar el túnel fronterizo hacia Canadá, fuimos discurriendo paralelos al lago Erie, hasta llegar al pueblo de Niagara-on-the-lake, a los pies del lago Ontario, donde desemboca el río Niagara (que conecta ambos lagos). Durante todo el camino nos sorprendieron los viñedos que cubrían el horizonte. Más tarde descubrimos que el vino de esta región es de muy buena calidad, y compramos algunas botellas para degustar a la vuelta del viaje. Este lugar, situado en un enclave tan estratégico, fue tomado en varias ocasiones por los americanos y retomada por los ingleses, cambiando en diversas ocasiones de nombre y bandera. El Fuerte George protege el acceso por barco y sirvió como defensa de

Detroit, Rock City

Amanecimos en Detroit, en un barrio residencial no demasiado alejado del centro de la ciudad. Sin desayunar, salimos caminando hacia el transporte público que nos indicaba google maps; un tranvía. Esperamos unos pocos minutos hasta que llegó un flamante tren de color blanco y muy moderno. En esa espera, tratamos de comprar los billetes en la máquina expendedora de la propia parada, donde una señora nos advirtió que es mejor no pagar, que nadie paga ese transporte y que no hay revisores. Fue tan insistente y nos supervisó tanto los movimientos, que acabamos por entrar de manera gratuita. Nunca me había pasado que los habitantes de una ciudad me recomendasen estafar a su propia ciudad. Llegamos al centro, el cual

Amish way of life

Por la mañana fuimos a recoger el coche que teníamos reservado, que no recuerdo cuál era, pero nos dieron un flamante Nissan Qashqai, maravilloso y lleno de complementos, por lo que nuestros teléfonos se podían conectar vía bluetooth para poner todas las listas de reproducción que llevábamos preparadas. Un coche alto, bastante amplio, de marchas automáticas y economizador de combustible, por lo que estábamos listos para circular por las suaves carreteras de Estados Unidos y Canadá. Nuestra primera parada fue en un pueblo en la frontera entre Indiana y Michigan, llamado Middlebury, donde no vimos prácticamente a ningún Amish, aunque se suponía que este lugar era uno de los epicentros de Estados Unidos donde se concentraban. Eso sí, comimos en

Pequeña vuelta a los Grandes Lagos

Con esta entrada da inicio otro viaje por carreteras lejanas que discurren entre paisajes de ensueño. Esta vez, Vero y yo, acompañados de mi hermano Javier y su mujer Vega, recorrimos el complejo de lagos que separan Estados Unidos y Canadá. Buscábamos realizar una vuelta a los grandes lagos por carretera que sirviese como una primera aproximación hacia este enorme escenario de espejos, llanuras, bosques y rocas de colores. Todo este plan inició por la necesidad de viajar hasta Chicago, donde reside la hermana de Verónica, y donde pasamos unos días familiares antes de iniciar el viaje. Como es de obligación, en Chicago, paseamos por el Millenium Park, donde vimos las gigantes caras cambiantes que escupen agua y el monumento

Parque Nacional Chingaza

En una escapadita a Bogotá para el evento de cierre de un proyecto, pude aprovechar, junto con algunos amigos, para conocer el páramo que abastece de agua a la población capitalina de Colombia. El Parque Nacional Chingaza se encuentra ubicado en la sierra que rodea la ciudad de Bogotá, y en su mapa tiene forma de mariposa. Para hospedarnos, elegimos un lugar cerca del pueblo de Shiecha, aunque el primer día entramos desde el pueblo de Fomeque en coche para llegar hasta la zona de Monterredondo. De camino hasta este sendero tuvimos que deternernos innumerables veces, pues por todo el camino aparecieron diversos venados alegrándonos el día. Asustados, pero curiosos, continuaban comiendo con una oreja levantada mientras se dejaban fotografiar.

Loja, la provincia de las mil sorpresas

En el mes de marzo hicimos una escapadita hasta la provincia de Loja de nuevo. Aunque ya habíamos estado un par de veces, aquí se oculta uno de los lugares que más curiosidad me ha dado desde que llegué a Ecuador, y por fin íbamos a poder conocerlo; el bosque petrificado de Puyango. Fuimos en un autobús nocturno y alquilamos un coche en la ciudad de Loja para desplazarnos por la zona. Esta es, sin duda, la provincia que peor accesibilidad vial tiene, muchas de sus carreteras están sin asfaltar y muchos de sus pueblos están aislados del país. Entre carreteras de ripio llegamos a Zaruma, este pueblo encantador que ya habíamos visitado en una ocasión anteriormente. Después de pasear,

Guatapé, de dónde salió esa piedra?

Salimos temprano para visitar uno de los famosos pueblos que rodean Medellín. Aunque no teníamos ya mucho tiempo, pues el viaje se estaba acabando, tuvimos que priorizar, y Guatapé fue el pueblo que decidimos visitar después de leer sobre varios lugares cercanos. Primero pasamos por el pueblo de Peñol, trasladado aquí después de inundarlo para crear los embalses que rodean esta zona. Desde un mirador se puede observar la cruz de la iglesia del antiguo pueblo. Un poquito más adelante se encuentra la piedra del Peñol, una masa de roca granítica gigantesca, que parece que se formó por un fenómeno de presiones parecidos a los del pan de azúcar en Río de Janeiro. Tuvimos mala suerte, de nuevo el verano

Teleféricos y comunas en Medellín

Amanecimos en Medellín, donde nos habíamos inscrito en un free tour llamado “Medellín, ciudad de contrastes”. Nos convocaron en la estación de metro de Parque Berrío, desde donde fuimos caminando para visitar algunos lugares cercanos. Los primero que visitamos fue la Basílica de la Candelaria, fundada en 1649, pero que ha sufrido diversas modificaciones a lo largo de la historia. En ese momento estaban dando misa, una misa colapsada de gente, que apenas nos dejó asomarnos un poco a la iglesia. Desde allí caminamos hasta el Palacio de la Cultura Rafael Uribe Uribe, el que en su momento fuese el Palacio de la Gobernación de Antioquia y que ahora sirve como lugar de eventos y exposiciones. En su interior había

Pijao y Córdoba, entre cafetales

Esta vez nos dirigimos hasta Pijao, un pueblito tranquilo que fue nombrado como el “Primer pueblo sin prisa de América Latina”. En él, sus habitantes parece que se toman la vida con calma y disfrutan cada segundo. El pueblo sigue los patrones de colores del resto de lugares del eje cafetero y te recibe en las alturas rodeado de montañas con plantaciones de café. Tanto es así que acabamos metidos en una tienda de café y chocolate donde nos hicieron una demostración de café donde nos retuvieron durante hora y media. El café estuvo delicioso, y la explicación de la señora también. Pero qué lento! Después de conocer Pijao, nos fuimos hasta Córdoba, otro pueblito mucho más humilde, pero perdido

Eje cafetero en dos rounds

Madrugamos el primer día de 2019 para dirigirnos hacia Salento, pueblo base para visitar el tan famoso Valle de Cocora. Cuando llegamos, ya había algunos vehículos y personas paseando, pero el ambiente era tranquilo y se podía disfrutar. Comenzamos a caminar por la ruta circular, que llega hasta lo alto de un mirador, y desde ahí se baja por una cuesta empinadísima y no apta para cualquiera. El lugar, visualmente es muy agradable; una pradera de césped inmensa, rodeada por palmas de cera, una especie nativa del Quindío colombiano. Sin embargo, lo que significa este paisaje es deforestación del bosque nativo, donde únicamente se conservaron estas palmeras y se sembró césped para el ganado. Al menos ahora es un atractivo

Parque Nacional Tayrona

Debido a la imprudencia de no haber comprado las entradas de manera anticipada, tuvimos que correr esa mañana. Nuestro avión salía pronto por la tarde y por tanto solo teníamos unas pocas horas para visitar este fantástico lugar, escenario imperdible para cualquiera que visite el caribe colombiano. Caminando no alcanzábamos a ir y volver, por lo que tuvimos que tomar la decisión de hacer la ruta a caballo. Los pobres animales pasan el día entero yendo y viniendo, y me imagino que al final del día deben acabar rendidos. Excepto yo, ninguno había subido nunca a un caballo, y la última vez que yo lo hice, creo que tenía 19 o 20 años, por lo que tampoco me sentía muy